Simplemente pronunciar su nombre y ya todos en el Uruguay ajedrecístico, esbozan una sonrisa.
Es inevitable.
Su bonhomía, su don de gente, hacen que el cariño que se siente hacia su persona sea inmenso.
Y la serie E del cerrado proísta, la ganó este peculiar español ganando cuatro partidas y cayendo tan solo en una, y en esa que perdió, debió inclinar su rey ante quien quedó en el otro extremo de la tabla, a todos los demás, les ganó sin excusas, sin titubeos, con la magia que pone en el tablero, que es muy similar a lo que lo acompaña en la vida.
Un gusto para quien tuvo la fortuna de entregárselo en mano, un placer para quien estuvo presente, un deleite para quien escribe estas líneas, una sensación muy agradable solo de pronunciarlo: Felisardo campeón.
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